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Tranquilo, no cometes ningún error por falta de experiencia. Conozco reformistas que son muy buenos haciendo lo que mejor saben hacer: construir o reformar. Sin embargo, en numerosas ocasiones durante el proceso de desarrollo del proyecto de reforma, aparece algún error que retrasa la misma o que puede costar dinero al reformista.
Elegir la cerámica es una tarea relativamente sencilla (al menos para un profesional), pero que a su vez necesita que seamos muy meticulosos para curarnos en salud.
No es la intención en este artículo categorizar o relucir los errores en que los reformistas caen, sino más bien la idea es la de ayudar o alertar sobre las posibles incidencias que pueden surgir durante una reforma a la hora de comprar cerámica. Veamos.

  1. “Nos hemos quedado cortos con la cerámica”. ¿Te suena esa frase? Pues yo como comercial la he oído cientas de veces. Y estoy seguro que te sucedió también. Es un mal que alguna vez nos ha tocado a todos.
    Tienes que indicarle al cliente que el tono y calibre de una partida cambiará con la siguiente. Esto lo tiene que entender. Cuando tu proveedor finalice con esa remesa (que puede ser esa misma tarde en la que te lleves la cerámica), hay un 90% de probabilidad que la siguiente remesa sea diferente en tono o calibre. Y, créeme que esto podría ocasionarte un gran dolor de cabeza a todos los involucrados en el proyecto.
    Recuerda de medir bien los metros cuadrados que necesitarás y calcular un 10% más. Y si por la morfología del proyecto intuyes que tendrás más perdidas, pues no tengas miedo y pide un 15% extra.
    Si tienes miedo de pasarte con los metros cuadrados, pues eso se soluciona fácilmente: hablas con tu proveedor habitual y le preguntas si puedes devolver los metros que sobren. Verás que al fin y al cabo no habrá ningún inconveniente.
  2. No anticiparse en la compra de cerámica.
    Es extremadamente feo ver que un propietario de una vivienda a reformar no pueda elegir la cerámica que le gusta o más le agrada porque no se tuvo en cuenta los contratiempos de fabricación, o que no se de logística de la cerámica. Para asegurarte que tu proyecto contará con la cerámica que el arquitecto o la propiedad planearon, tendrás que organizarte y anticiparte al pedido. No dejes el encargo para último momento.
    El consejo aquí es simple: al primer contacto con el propietario, o cuando estés por pasar el presupuesto, adviérteles o indícales que es necesario pedir la cerámica con un par de semanas de anticipación. Explícales que a causa de diferentes factores, la cerámica suele tardar. Si de repente tu proveedor tiene en stock las baldosas, pues bienvenido sea. Mientras te habrás asegurado que el proyecto no sufrirá ningún retraso y que tu cliente estará feliz cuando le coloques la cerámica de la que se enamoró.
  3. No guardar la cerámica que ha sobrado.
    De alguna manera está conectado con el punto 1. Digamos que es el lado B del punto 1. Sería como el pecado capital más ingenuo de los tres que llevamos. Una vez acabada la obra, hemos visto que el reformista devuelve a su proveedor la cerámica que le sobró, o simplemente la tira a la basura. No cometas este error, recuerda que ante cualquier desperfecto, daño o rotura que en un futuro cercano ocurra, el propietario te llamará para proceder a solucionar esa incidencia, e independientemente si es algo de tu responsabilidad o no, tu cliente valorará positivamente haber sugerido el acopio de la cerámica.
  4. No elegir el tipo de cerámica que toca.
    Esta no es la más común, pero sí que he sido testigo en varias ocasiones en las que el reformista o constructor no preguntó a su comercial sobre el grado de antideslizante que tiene la cerámica. Este despiste puede ocasionar la instalación defectuosa de una cerámica, y digo defectuosa porque no cabe duda que colocar una baldosa antideslizante dentro de la vivienda (o una muy resbalosa fuera de la vivienda) forma parte de una mala praxis. Suena un poco exagerado, pero es que son innumerables los efectos desagradables que esta falta de atención podría generar. Recuerda: solicita la ficha técnica de la cerámica y observa cual es el grado de antideslizante que esta indica.
    Y aquí el consejo es: si tu cliente insiste en colocar una cerámica de clase antideslizante número 1 fuera de su casa, pues te recomiendo que le hagas firmar un documento en el que se advierta los riesgos y manifieste su consentimiento expresando la asunción de cualquier tipo de responsabilidad.
  5. No solicitar una muestra de la cerámica.
    No tengas miedo de pedir a tu comercial de confianza varias muestras del estilo de cerámica que quiere tu cliente. Puedo confirmarte que los comerciales estamos encantados de facilitar a nuestros clientes muestras.
    Esto forma parte del valor agregado de tu servicio. Tu cliente lo valorará positivamente.
    Si la indecisión del propietario te genera mal estar, incluso habiéndole enseñado muchas muestras, pues haz un esfuerzo para complacerlo y dejarlo contento. También podrías tener en cuenta esto al generar el presupuesto y que esto forme parte del precio de tus servicios prestados.
  6. No trabajar con un proveedor de buena reputación o de confianza.
    Un buen proveedor te ayudará y recomendará un producto que te ahorrará dolores de cabeza. Seguramente te ofrecerá la más alta calidad y te proveerá la mayor selección de muestras de cerámica posible. Además, también te proporcionarán un servicio y soporte excepcionales. Esto que a simple vista parece obvio y básico, para muchos reformistas no suele serlo. Con un proveedor que goza de buena reputación minimizarás las probabilidades de errores o incidencias. Esto, querido lector, tiene un coste: es el servicio o valor agregado que este te proveerá.
    Coméntale a tu cliente las innumerables posibles incidencias que pueden ocurrir desde que la cerámica sale de fábrica hasta que llega a su vivienda, y en el caso que él decida no comprar la cerámica en tu proveedor de confianza, entonces deja en claro sobre quién pesarán los hipotéticos daños o retrasos que sucedan.
  7. Restarle importancia a la elección del color de las juntas.
    Este último error no forma parte de la elección de la cerámica propiamente dicha, sino que está vinculado indirectamente. No cometas este error que es muy frecuente, la estética y el acabado final hablará en voz alta de tu desempeño y tus dotes de reformista.
    Si es necesario, solicita una carta de colores a tu proveedor y junto con el propietario decide cuál color combinará mejor con la cerámica elegida. Incluso si sientes que tu cliente te está tocando los co…, no olvides que el acabado es un toque final en el que usualmente se tiene que invertir tiempo, pero si lo realizas bien y das en el blanco, te llevarás el premio mayor. ¡A pan duro, diente agudo!

Sin más, estimado reformista, espero que esta nuevos consejos sirvan para poder elevar tu servicio y ganar más clientes satisfechos. ¡Hasta la próxima!

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